Diagnóstico

Como explica ACCU España, el diagnóstico de la EII puede ser complicado y tardío, ya que se puede presentar una sintomatología variada, inespecífica y atribuible a otras enfermedades. En este sentido, estudios recientes en Europa han revelado que aproximadamente en el 45% de los nuevos casos de EII se tarda más de un año en recibir un diagnóstico definitivo y que en el 17% del total de pacientes el periodo es superior a 5 años.

Generalmente, al aparecer los síntomas más visibles de la EII acudimos a la consulta de atención primaria y, normalmente, nos derivan a la consulta de digestivo correspondiente a cada paciente. Es ahí donde revisan nuestra historia clínica, nos realizan una exploración física y nos efectúan las pruebas diagnósticas, en caso de sospechar de una EII.

De esta forma, en la consulta especializada se busca el diagnóstico de EII en pruebas de laboratorio, pruebas radiológicas, pruebas endoscópicas y pruebas de anatomía patológica que detallamos a continuación, señalando que se valoran de forma individualizada para que a cada paciente se le realicen, únicamente, las pruebas que sean adecuadas en su caso.

Así, en el llamado diagnóstico de laboratorio se realiza hemograma, VSG, bioquímica de sangre, marcadores serológicos, análisis de orina y cultivo de heces. En el diagnóstico radiológico, pueden efectuarse radiologías simples de abdomen, tránsito de intestino delgado, ecografía abdominal y tomografía computarizada abdominal. En el diagnóstico endoscópico, se realizan endoscopias digestivas, cápsula endoscópica y tomas de biopsias. Y en el diagnóstico de anatomía patológica, se incluyen pruebas histológicas y toma de biopsias.

Es importante volver a recalcar que es probable que se necesite realizar solo algunas de estas pruebas en cada caso para la valoración diagnóstica y que a lo largo del tiempo se valore hacerlas de nuevo y, posiblemente, realizar otras pruebas según sea la evolución de la EII y los avances que se vayan realizando en este campo.